Las vacaciones también educan. Aprovechémoslas para sembrar en nuestros hijos herramientas que los acompañarán toda la vida.
Por Claudia Ruiz – Coordinadora de Primaria, Evergreen School
Las vacaciones son una oportunidad maravillosa para descansar, convivir y recargar energías. También representan un espacio ideal para seguir desarrollando habilidades fundamentales en nuestros niños, como la autogestión y la autorregulación. Estas competencias no solo son esenciales para su aprendizaje académico, sino que sobre todo los preparan para enfrentar la vida con mayor autonomía, seguridad y bienestar.
Desde nuestra sección de primaria, queremos compartirles algunos consejos prácticos para que, durante esta semana de vacaciones, puedan acompañar a sus hijos en este proceso y aportar en el fortalecimiento de su carácter desde casa.
Permitan que asuma un rol activo en la planeación de su jornada. ¿Qué quieren hacer hoy? ¿Qué tareas deben cumplir y qué les gustaría explorar? Pueden usar una cartulina o una agenda sencilla para anotar o una pizarra:
Propónganle tres actividades para hacer en el día (una que ayude en casa, una que los divierta y una que los haga aprender algo nuevo).
Esto refuerza su capacidad de planear, anticipar y responsabilizarse de su tiempo.
Las metas les dan dirección y sentido de logro. Aquí algunas ideas para hacer en familia y aportar al alcance de logros:
-Preparar el desayuno un día por sí mismos (con supervisión).
-Leer un cuento y contárselo a alguien con sus propias palabras.
-Escribir un diario donde registren lo que aprendieron o cómo se sintieron.
Cuando terminen una meta, celebren su esfuerzo más que el resultado. Esto alimenta su perseverancia y autoestima.
Crear momentos para hablar de lo que sienten es fundamental. Algunas acciones concretas para trabajar en su inteligencia emocional pueden ser:
-Usen “tarjetas de emociones” con caritas o colores y pregúntenles: ¿Cómo te sentiste hoy? ¿Por qué crees que te sentiste así?
-Jueguen al “semáforo emocional”: verde si están bien, amarillo si están confundidos, rojo si están molestos. Luego, conversen sobre cómo manejar cada emoción.
-Lean cuentos que aborden emociones y pregúntenles: ¿Qué harías tú si fueras ese personaje?
Esta práctica les ayuda a poner nombre a lo que sienten, entenderlo y empezar a regular sus reacciones.
Cuando enfrenten un reto (como un juego que no les sale, una discusión entre hermanos o el aburrimiento), acompáñenlos sin resolver por ellos:
-Hagan preguntas como: ¿Qué podrías hacer diferente? ¿Qué otras opciones tienes? ¿Qué crees que pasaría si lo intentas así?
-Anímenlos a probar una solución y, si no funciona, a buscar otra. El error es parte del aprendizaje.
-Ayúdenlos a ver que toda dificultad es una oportunidad para crecer y aprender algo nuevo.
La higiene personal, el orden de sus cosas, ayudar a poner la mesa o cuidar de una mascota, son pequeñas tareas que fortalecen la disciplina interna y el sentido de responsabilidad:
Pueden armar una lista de “Mis compromisos esta semana” con dibujos o íconos.
Reconozcan su iniciativa cuando lo hacen sin que se los pidan: “Hoy te vi ordenar tus juguetes sin que yo te lo dijera. ¡Eso es tener iniciativa y responsabilidad!”
Ustedes son su primer espejo. Mostrarles cómo ustedes también se organizan, hablan de sus emociones, piden disculpas o buscan soluciones, es la mejor lección que pueden recibir.
Compartan con ellos cuando algo les cuesta y cómo lo resuelven. Usen frases como: “Hoy me sentí frustrada, pero respiré hondo y lo intenté de nuevo”.
A lo largo de la semana, enfoquen sus elogios en valores y fortalezas: “Hoy fuiste muy perseverante”, “Mostraste mucha empatía ayudando a tu hermano”, “Estás aprendiendo a reconocer lo que sientes y eso es muy valiente”.